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Un relato distópico que a pesar de sus setenta años de vida sigue en plena combustión. Montag es un bombero que quema libros en un mundo abocado a la felicidad constante, al entretenimiento. Leer está prohibido. Un mundo donde los porches y las mecedoras han desaparecido de los hogares. La cremallera ha sustituido al botón. Esa hora que tenían las personas para vestirse, esa hora dedicada a la melancolía es historia. Las escuelas ahora forman corredores, lanzadores, golpeadores, saltadores, velocistas, repartidores, voladores o nadadores en lugar de profesores, sabios y creadores. El fuego es brillante. El fuego es limpio. La gente no necesita adjetivos ni adverbios. Necesita concursos que puedan ganar.